Compasión
- Satori Marort
- 18 abr 2018
- 1 Min. de lectura
Un buen día un hombre del cual se sabía era uno de los más terribles tiranos de la región, mientras cabalgaba a la orilla de un río de salvajes corrientes, calló repentinamente del caballo hacia estas aguas, mucha gente al percatarse, le miraban con recelo y con una expresión de alegría, sin embargo nadie acudió a su llamado de auxilio.
Cuando de repente, un hombre atado de la cintura con una cuerda, saltó a las aguas tumultuosas y una vez aferrado a aquel hombre semiconsciente, se arrastró hacia la orilla del río. Rápidamente trató de reanimarlo y cuando recobró el conocimiento, le preguntó al campesino:
--¿Por qué me salvaste? ¿Por qué no me dejaste morir?
--Tú mataste a mi esposa --contestó el campesino-- y no sabes cuanto daño me hiciste. Yo no te salvé a ti, sino a un hombre que agonizaba y sufría tanto como yo padecí.
Una vez dicho esto, emprendió su camino hasta perderse en la distancia silenciosa de la tarde.
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